martes, 10 de febrero de 2009

El pasado turno electoral se caracterizó por evidenciar un largo listado de argucias fraudulentas que ensombreció la legitimidad del acto fundacional de la democracia y llegó a ser perceptible aún para el menos comprometido de los ciudadanos.
Sin embargo, tanto la exposición de lo sucedido como la presentación de alternativas concretas que ayuden a prevenir estos hechos suelen perderse en la nebulosa de reacciones resignadas o escépticas de quienes buscan así refugio de la recurrente frustración a los que los ha sometido nuestra historia política. Pero ambas actitudes no son sólo funcionales sino indispensables para evitar que se implementen medidas que puedan vencer estos manejos y den aliento a procesos superadores de tales bajezas.
La boleta única es uno de los caminos posibles. Consiste en una papeleta en la cual constan los nombres y fotos de quienes encabezan las listas por cada nivel electoral y al lado de cuya opción elegida se escribe una x. Esto garantiza poder elegir entre todos los candidatos, aún cuando los partidos carezcan de fiscales suficientes, tornando inútil el robo de boletas en los cuartos oscuros (que constituyó el 83% de las denuncias recibidas en 2007 por Poder Ciudadano) y evitando los efectos negativos de la sábana horizontal que se da cuando el sufragio queda reducido a apoyar o no a un candidato, que arrastra con él a quienes se postulan en otras categorías.
Asimismo, para preservar el conocimiento ciudadano de todos y cada uno de los integrantes de las listas, se incluyó la exigencia de presentación y difusión de un modelo uniforme de curriculum vitae que deberá cumplimentar desde el primer candidato hasta el último suplente a Consejero Escolar.
Dado que las boletas quedan en poder del Estado, éste imprimirá sólo un 5% más de la cantidad total de electores y las distribuirá directamente a las mesas de votación, el presidente de mesa en el anverso y los fiscales en el reverso firman la boleta y la entregan al votante quien ingresa al cuarto oscuro, inscribe su opción y deposita su voto. Así, se reducirían de manera sustancial los costos (según Poder Ciudadano, imprimir una sola boleta donde figuren todos los partidos le costaría al Estado cerca de $ 300.000, contra los $ 10 millones entregados a los partidos en 2007 para que impriman sus boletas) y se daría fin a la distribución previa de boletas o "voto cadena".
En conclusión: este recurso es de muy sencilla implementación, optimiza la transparencia de la elección, facilita la supervisión y control del proceso eleccionario aún por quienes no tengan una formación específica, no sólo no requiere inversión previa sino que genera un importante ahorro al Estado, puede ser aplicada luego de una campaña de difusión masiva de pocos meses, iincluye penas específicas por manipulación indebida de boletas, resuelve el agobio del elector ante el vigente mar de boletas en el cuarto oscuro y se halla respaldada tanto por ámbitos académicos como por la experiencia práctica.
Este sencillo recurso se aplica de manera extendida en el mundo y, en particular, en casi toda América Latina, es compatible con el camino hacia el voto electrónico y la Coalición Cívica ha presentado los proyectos de reforma electoral que las implementan.
Lo único que impide su puesta en marcha en nuestro país y en nuestra provincia es la decisión oficial de mantener el actual estado de los procesos eleccionarios.

Podes unirte a esta cruzada a favor de una solución práctica y lógica para uno de los grandes problemas de las elecciones argentinas.
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